miércoles, 20 de abril de 2011

Por qué no se calla sr Uribe

Archivo particular

Uribe Vélez es esa extraña clase de gente que no sabe y no puede mantener sino dos formas de relacionarse con sus semejantes: mandando u obedeciendo.

Uribe es esencialmente un hombre jerárquico, lo que significa que está imposibilitado de establecer relaciones de igualdad. Él solo se imagina siendo una de dos: jefe o subalterno. En su gobierno mantuvo tan malas relaciones con los vecinos latinoamericanos simple y llanamente porque los veía como subalternos, y no se los imaginaba sino recibiendo órdenes suyas, lo que obviamente chocaba con quienes son o eran sus pares. Por la misma razón, mantuvo tan buena relación con las potencias mundiales, a quienes veía como sus superiores y así los atendía. El respaldo a la invasión de Iraq fue la simple obsecuencia a una orden de George W.Bush.

Igualmente, lo fue la liberación de Rodrigo Granda, que la hizo atendiendo una orden de Nicolás Sarkozy, presidente de Francia. Por eso es que Uribe se enfurece cada tanto con Santos o con su gobierno, pues aún se siente Presidente y no ha logrado sacarse de la cabeza que Santos ya no es el subalterno que fue de él cuando fue su ministro de Defensa, sino que ahora es el Presidente de la República.

Y Uribe, así no lo quiera reconocer, no es nada más, ni nada menos, que un ciudadano común y corriente. Por todo eso es que Uribe no se calla, porque quiere seguir mandando y ‘le saca la piedra’ que Santos no solo no le obedezca, sino que ni siquiera le pare bolas.

La herencia de Santos

Como bien lo anotó la presidenta del Polo Democrático, Clara López Obregón, no se entiende cuál es la frustración de Uribe si es evidente que el programa de gobierno de Juan Manuel Santos tiene un perfil estructural que en lo esencial continúa la obra de Uribe y que simplemente se ha limitado a modificar aquellos programas que estaban mal concebidos o que dieron lugar a los reprobables actos de corrupción que han llevado a la cárcel a más de un funcionario del gobierno de Uribe, como ocurrió con Agro Ingreso Seguro.

En materia de seguridad, por ejemplo, quien puede dudar de que el más grande golpe que se le haya dado en territorio nacional a la guerrilla de las Farc ocurrió en el gobierno de Santos al dar de baja a alias ‘Mono Jojoy’, o es que acaso Uribe cree que hay alguna agenda oculta del gobierno de su sucesor ordenándole al Ejército cesar la persecución de la guerrilla. En materia económica, Santos va por camino parecido con la excepción de las exenciones tributarias que no fueron renovadas por Santos, pero que ha respetado las concedidas por Uribe, a pesar de que todos los estudios macroeconómicos indican lo errónea a la política Uribe.

Lo mismo pasa con Agro Ingreso Seguro o con los contratos de concesión con grupos de empresarios costeños, que extrañamente son sospechosos en Bogotá, pero aceptados sin reproche alguno en la contratación nacional.

Uribe, ¿opositor?

Álvaro Uribe parece haber iniciado un camino para el que no está preparado, pues a pesar del prestigio que lo acompaña y de su extraña relación con los electores, que lo siguen teniendo como uno de sus mayores ídolos, toda la vida ha sido un político de tradición que se ha hecho a la sombra del poder y disfrutando de él.

Ahora, huérfano de poder, intenta atravesársele como mula muerta a un gobierno del que existe la percepción de que está haciendo las cosas bien y que sobre todo está corrigiendo el rumbo social del Estado que durante ocho años se perdió por cuenta de las políticas autoritarias del uribismo. No deja de ser curioso que los más feroces ataques contra Santos provengan precisamente de los más desprestigiados, y jurídicamente emproblemados, funcionarios de su gobierno, como queriendo rescatar a través de los insultos contra Santos el prestigio moral que ya no tienen o la libertad personal que están a punto de perder.

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