30/03/2011 | Alex Leff, San José (Costa Rica) | GlobalPost
Comenzó siendo una disputa sobre una mina de oro y terminó siendo una prohibición total a la minería a cielo abierto, convirtiendo a Costa Rica en el país centroamericano más restrictivo en la explotación de minerales. En este país ha prevalecido la conservación del medio ambiente sobre los intereses económicos.
FOTO: Costa Rica se opone a la minería a cielo abierto
[ 4 ] En Costa Rica el oro no es el rey
Pese a que los metales preciosos alcanzan precios astronómicos, Costa Rica no se muestra a favor de la industria minera y ha echado al traste los planes de las compañías que quieren buscar fortuna para las selvas tropicales del país.
Los biólogos argumentan que la extracción de oro supone una amenaza para la reconocida biodiversidad costarricense. Los defensores de la minería, sin embargo, dicen que el sector ha adoptado prácticas respetuosas con el medio ambiente. Si se promueve la minería, dicen, se generarían inversiones extranjeras y se crearía empleo.
El argumento toca el meollo de un debate muy vivo en un país que se enorgullece de ser un gran aliado del medio ambiente: ¿debe el conservacionismo prevalecer, incluso a expensas de oportunidades para el desarrollo y la prosperidad?
En el caso de las minas de oro a cielo abierto, Costa Rica ha optado por seguir siendo verde.
Gran parte del foco de la polémica se concentra en la mina Crucitas, que ha desencadenado un importante movimiento anti-minería en el país.
La mina es propiedad de una subsidiaria local de la empresa canadiense Infinito Gold Ltd, y su proximidad a la frontera con Nicaragua, a unos 5 kilómetros del río San Juan, hace de ella una bomba en potencia para las relaciones ya complicadas de los dos países si se llega a producir cualquier desastre medioambiental.
Según Infinito Gold, Crucitas tiene al menos 1,2 millones de onzas de oro, y posiblemente aún más. Pero los ecologistas dicen que ese lugar es el hábitat de una fauna salvaje única, como guacamayos en peligro de extinción.
Industrias Infinito S.A., su subsidiaria costarricense, se muestra dispuesta a hacer todo lo posible para “disminuir la huella ecológica” de la mina, según explica su portavoz, Juan Carlos Obando.
Desde que comenzaron las primeras prospecciones en 1995 los avances en Crucitas han sido intermitentes, debido a las reiteradas demandas de los detractores del proyecto ante los tribunales.
En octubre unos opositores a la mina mantuvieron una huelga de hambre para presionar a la presidenta Laura Chinchilla para que prohibiese la actividad en Crucitas. La presidenta explicó que se trataba de un asunto en manos de los tribunales.
Yaneth Rojas, una campesina de 51 años, acampó delante de la Casa Presidencial e hizo ayuno durante siete días. Algunos de los manifestantes estuvieron hasta tres semanas y media sin ingerir alimento.“Nos hemos metido en esta lucha contra la minería de cabeza, pies y manos, como decimos nosotros”, afirma Rojas, miembro del grupo de oposición a la minería Frente Norte.
En mayo pasado, el 86 por ciento de los costarricenses se declaraban en contra de la mina Crucitas, y el 77 por ciento se manifestaba en contra de las minas a cielo abierto en general, según una encuesta del instituto Idespo de la Universidad Nacional.
En noviembre, un juzgado de San José anuló el contrato de Crucitas.
“Eso supuso un hito para Costa Rica”, asegura Alvaro Sagot, uno de los abogados medioambientalistas que participó en el caso. “La viabilidad medioambiental ya no se podrá conceder con tanta ligereza”.
Tan sólo una semana antes del fallo judicial el Congreso de Costa Rica había aprobado prohibir la minería a cielo abierto en el país. La ley entró en vigor el mes pasado. No obstante, como no es retroactiva no afecta a Crucitas. Pero el mensaje enviado a las compañías mineras es claro.
En declaraciones a la prensa Chinchilla ha reconocido que no es una postura fácil de defender, puesto que el país podría utilizar los ingresos fiscales por esas actividades para reducir su creciente déficit presupuestario.
“Pero Costa Rica dijo que no quiere eso. [...] Costa Rica se dirige hacia un modelo de desarrollo económico basado en los recursos humanos altamente cualificados y en una actividad productiva que coexiste con el medio ambiente, y que se distancia de la industria extractiva”, subrayó la presidenta.
La nueva legislación supone un duro golpe para el sector minero, pero hay voces que advierten que se trata de una ley demasiado blanda con los mineros “artesanales” a pequeña escala. La legislación concede a estos mineros, conocidos por utilizar mercurio tóxico para extraer oro, hasta ocho años de transición para dejar sus actividades.
Los cientos de mineros informales que utilizan mercurio no dejarán tan fácilmente su lucrativo negocio, asegura Enid Gamboa, jefe de la Asociación Nacional de Geólogos. Los químicos que utilizan podrían causar “una contaminación desastrosa en el golfo de Nicoya”, cerca de donde muchos de ellos trabajan, indica Gamboa.
La minería de metales supone menos del uno por ciento del PIB de Costa Rica, pero los geólogos creen que algunas de las carreteras y reservas naturales del país están sobre enormes cantidades de oro y de otros minerales sin explotar. Pero para saberlo con certeza se tendrían que realizar prospecciones (por parte de compañías mineras privadas).
Fernando Nietzen es un experto en minería de la asociación de Gamboa que desea que su país cambie de postura respecto a las minas a cielo abierto. “Una mina es algo que muchos pueden calificar de desastre medioambiental; pero nosotros no. Es un trabajo de ingeniería bien desarrollado, y una belleza digna de ver”, asegura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario