Por: Gabriel Latorre Carvajal
Conocí a Jorge González, ¨El Chamán¨, hace más de una década; al amparo del programa CREA, Una Expedición por la Cultura Colombiana. Un grupo de arqueólogos del saber y la tradición popular lo desenterró de las montañas tolimenses con su singular arsenal antidiluviano: un péndulo y una mesa de cacharros reciclables marcaron su debut en el escenario artístico. No faltó el pontífice de las artes plásticas que lanzara dardos venenosos contra la propuesta estética de González y de paso cuestionar los recursos públicos invertidos por COLCULTURA para rescatar anónimos talentos; léase, creadores y recreadores que como imaginantes de oficio sugieren creer y descreer.
Auténtico campesino, González eligió preguntarse acerca del misterio de las lluvias y de paso punzar el ojo sucio de los hombres. No sobra recordar que las lluvias son un fenómeno natural pero el desmadre del planeta tierra es una perversa invención humana. Así entendimos los expedicionarios del programa CREA su simbólico péndulo en el centro de una mesa de presagios. Por tradición familiar, Jorge aprendió de su padre el secreto de conversar con la naturaleza. Poner en diálogo la energía de los metales, el mercurio y la savia de las plantas. Como cristiano creyente y coqueto con los principios elementales de la física se decidió a divulgar la radiestesia como una herramienta para rastrear las fuerzas huracanadas del cielo.
Quince años después, lo vuelvo a topar en medio de una lluvia de opinión, anuncio de procesos judiciales y algarabía mediática. Su pecado: recibir cuatro millones de pesos como pago por sus servicios de controlador de las lluvias y regulador de la vejiga de San Pedro durante la noche de cierre del mundial juvenil de fútbol.
El Teatro Nacional, ejecutor del contrato suscrito con el IDRD por valor de cuatro mil millones de pesos para el espectáculo de clausura; consideró oportuno incluir a Jorge en el libreto de producción, pagarle la suma de cuatro millones de pesos e impedir que el chorro celestial aguara la fiesta. El certificado de idoneidad de Jorge lo puede expedir el Teatro Nacional, empresa a quien le ha prestado sus servicios en el Festival Iberoamericano de Teatro o la campaña Santos Presidente quien contó con sus servicios para que a Juan Manuel no se le mojara la banda presidencial el día de su posesión.
Ahora, va camino de la Fiscalía. El trueno de la corrupción administrativa y el exotismo de la contratación pública lo envuelven. La sombra de los chivos expiatorios lo persiguen. La cacería de brujas está al orden del día.
El Teatro Nacional debió informar previamente al confeccionista del contrato IDRD que el honorario de Jorge por 20 días de trabajo se destinaba a un artista del performance que pondría en escena el partido: San Péndulo y Nuestra Señora de la Radiestesia contra San Pedro y la Virgen de los Chubascos¨ con el arbitraje estelar del IDEAM. El solo hecho de vincular a los anunciadores oficiales de lluvias y malos tiempos; habría atenuado la tormenta que tiene medio ahogado al pobre Jorge, bautizado por los lugareños de la vereda Dolores como ¨El Científico¨.
Y como de todo se escucha en la viña del señor, un curita pregunta por qué a sus comunidad de “San Isidro Labrador quita el agua y ponga el sol” no le informaron de esta convocatoria. Tienen a la mano, las credenciales del Vaticano, reconocida administradora de riesgos invernales y plegarias al cielo.
Jorge González no se movió una línea del libreto. Hizo lo que tenía que hacer. Palabreó en silencio, movió el péndulo de la contratación, actuó bajo la dirección del Teatro Nacional y cumplió el objetivo de su labor.
Alma bendita de Fanny Mickey protege a este artista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario