martes, 6 de diciembre de 2011

TRES CIEGOS Y UN ELEFANTE : COMPRENSION MUNDIAL SOBRE EL CALENTAMIENTO GLOBAL

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Roberto Arias

Tres ciegos y un elefante
Leyenda Hindú que ejemplifica la comprensión mundial sobre el calentamiento global:
Había una vez tres sabios. Y eran muy sabios. Aunque los tres eran ciegos. Como no podían ver, se habían acostumbrado a conocer las cosas con sólo tocarlas.
Usaban sus manos para darse cuenta del tamaño, de la calidad y de la calidez de cuanto se ponía a su alcance.
Sucedió que un circo llegó al pueblo donde vivían los tres sabios que eran ciegos.
Entre las cosas maravillosas que llegaron con el circo, venía un gran elefante blanco. Y era tan extraordinario este animal que toda la gente no hacía más que hablar de él.
Los tres sabios que eran ciegos quisieron también ellos conocer al elefante. Se hicieron conducir hasta el lugar donde estaba y pidieron permiso para poder tocarlo.
El primero de los tres estiró sus manos y tocó a la bestia en la cabeza. Sintió bajo sus dedos las enormes orejas y luego los dos tremendos colmillos de marfil que sobresalían de la pequeña boca. Quedó tan admirado de lo que había conocido que inmediatamente fue a contarles a los otros dos lo que había aprendido. Les dijo:
- El elefante es como un tronco, cubierto a ambos lados por dos frazadas, y del cual salen dos grandes lanzas frías y duras.
Pero resulta que cuando le tocó el turno al segundo sabio, sus manos tocaron al animal en la panza. Trataron de rodear su cuerpo, pero éste era tan alto que no alcanzaba a abarcarlo con los dos brazos abiertos. Luego de mucho palpar, decidió también él contar lo que había aprendido. Les dijo:
- El elefante se parece a un tambor colocado sobre cuatro gruesas patas, y está forrado de cuero con pelo para afuera.
Entonces fue el tercer sabio, y agarró el animal justo por la cola. se colgó de ella y comenzó a hamacarse como hacen los chicos con una soga. Como esto le gustaba a la bestia, estuvo largo rato divirtiéndose en medio de la risa de todos. Cuando dejó el juego, comentaba lo que sabía. También él dijo:
- Yo sé muy bien lo que es un elefante. Es una cuerda fuerte y gruesa, que tiene un pincel en la punta. Sirve para hamacarse.
Resulta que cuando volvieron a casa y comenzaron a charlar entre ellos lo que habían descubierto sobre el elefante no se podían poner de acuerdo. Cada uno estaba plenamente seguro de lo que conocía. Y además tenía la certeza de que sólo había un elefante y de que los tres estaban hablando de lo mismo, pero lo que decían parecía imposible de concordar. Tanto charlaron y discutieron que casi se pelearon.
Pero al fin de cuentas, como eran los tres muy sabios, decidieron hacerse ayudar, y fueron a preguntar a otro sabio que había tenido la oportunidad de ver al elefante con sus propios ojos.
Y entonces descubrieron que cada uno de ellos tenía razón. Una parte de la razón. Pero que conocían del elefante solamente la parte que habían tocado. Y le creyeron al que lo había visto y les hablaba del elefante entero.
La situación es semejante a la que afronta el planeta con el calentamiento global.
La política, en general, gira en torno a un tira y afloja entre las más ricas y contaminantes de las naciones (cuyo objetivo es mantener un crecimiento económico estable, aunque esto nos condena a un futuro Venusiano), las llamadas economías emergentes como China, India, Brasil y Sudáfrica (cuyo objetivo es crecer lo suficiente, lo suficientemente rápido, para ganar una clase media abundante, mientras que hace su parte justa de contribuir a Venus en la Tierra), y las naciones más pobres (cuya lucha, como siempre, es sólo para sobrevivir). Y, por último está la gran bestia multitudinaria y heterogénea que llamamos la sociedad civil - aquellos de nosotros que no representan los intereses nacionales: la sociedad civil en su mayor parte es la amplia representación de las mujeres, los pueblos indígenas, jóvenes, campesinos, trabajadores y gente común que vienen a ser reunidos bajo tales nomenclaturas tecnocráticas como "los pobres", "los más vulnerables", "las poblaciones marginadas, "y ahora, en el lenguaje del movimiento mundial de Indignados "el 99 por ciento. "

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